RUTA: PUENTE PALO- CENTRO BUDISTA
OSEL LING
DÍA 1 DE DICIEMBRE DEL 2012-12-11
Quedamos a las 8 y media de la mañana casi toda la “Basca del Rabillo”,
en el “Tois” de Armilla, faltaron pocos. Allí se presentaron los dos pacos, el
belepoh y el manqui. Además, nuestro amigo Gabriel, perdido en las últimas
etapas por sus compromisos con su tierra natal Jaén. No faltó tampoco nuestro
“dire” Tomás, el amigo Miguel Ángel, el “toro” Alberto Castro, Santi como el fotógrafo oficial y por último, el que
suscribe, Agu.
Tomamos los coches rumbo a la Alpujarra ya que nuestro destino o punto de salida era la casa forestal de Soportújar a la cual accedimos tomando un camino de tierra que sale a la izquierda a la altura prácticamente de la Ermita del Padre Eterno.
Tomamos los coches rumbo a la Alpujarra ya que nuestro destino o punto de salida era la casa forestal de Soportújar a la cual accedimos tomando un camino de tierra que sale a la izquierda a la altura prácticamente de la Ermita del Padre Eterno.
Después de un buen trecho en coche aparcamos los vehículos en la casa
Forestal y continuamos el camino pero ya con las mochilas a las espaldas. Al
principio con poco desnivel, aunque al poco tiempo, el camino se transformó en
una vereda con un desnivel considerable que serpenteando por la ladera derecha
del Río Chico, nos fue subiendo hasta alcanzar el camino forestal que nos
llevaría a Puente Palo, lugar donde tomamos un tentempié.
Esta magnífica vereda, nos permitió disfrutar de un paraje maravilloso,
con el soniquete del río Chico el cual nos fue acompañando durante toda la
subida aunque no pudimos disfrutar de
esa vista tan bonita al tajo de los Machos y a la cara sur de Sierra Nevada por
la intensa niebla que bailaba encima de nuestras cabezas.
Una vez en Puerto Palo nos desagradó el estado en el que se encuentra la
casa que hay junto a la “Fuente Fresca” y la basura acumulada, y es que la
gente aun no se entera que en la sierra, en el campo, no podemos esperar que
aparezca el camión de la basura, somos nosotros los responsables de llevarnos
todo lo que traemos, incluidas las famosas cáscaras de naranja que algún “
montañero” tira en el campo y que por su acidez, no quieren ni las hormigas…si
todos tirásemos las cáscaras de plátanos, naranjas, bocadillos etc, al campo,
lo convertiríamos en un basurero y a los animales en esclavos amanerados de
nuestro alimento….
Una vez descansados, desandamos unos metros para tomar a la izquierda el camino forestal de
Capileira por el cual vamos cogiendo altura hasta que aparece ante nosotros una
acequia que cruza el camino, la acequia del
“Almiar”, de la que en paralelo y a la derecha, sale una vereda que tomamos y
no abandonaremos en unos 3
kilómetros adentrándonos en un bosque de robles
impresionante y alguna encina que otra….ese bosque de Robles retorcidos con
apariencia de caras tenebrosas, la hojarasca en el suelo…el lloriqueo continuo
de la acequia, la niebla……el silencio que nos invadía…. solo faltaban las
meigas revoloteando a nuestro alrededor…..espectáculo sobrecogedor y
maravilloso a la vez.
Una vez sobrepasada la balsa del Almiar que, por cierto, estaba helada
nos encontramos con otra estampa muy alpujarreña…unos magníficos caballos
pastando, ajenos al intenso frío, y enfrente la típica casa alpujarreña con sus
grandes lastras de pizarra y sus hermosas chimeneas ennegrecidas por el paso del…humo digo yo.
Llegamos a una zona donde el matorral sustituye al bosque, bajamos por
un cortafuego y tomamos en un cruce el camino que nos llevará directamente a la Atalaya…el otro nos
llevaría a Capileira.
Nos encontramos una caseta de vigilancia y sobretodo, nos encontramos
unas vistas impresionantes al Barranco del Poqueira, con sus tres soles
alineados perfectamente, Capileira, Bubión y Pampaneira. Se puede disfrutar
además, de unas vista maravillosa a la Sierra de Lújar, a la Contraviera así como a
pequeñas manchas blancas, pequeños pueblos que jalonan estos montes….lástima
que la niebla nos impidiera disfrutar de una impresionante vista que
“intuíamos” por encima de Capileira,.esas grandes moles de nuestra Sierra
Nevada.
No podemos olvidar que durante todo este trayecto y en buena parte de
nuestro recorrido nos acompañará por el horizonte un manto azul brillante, un
mar Mediterráneo, un reflejo de nuestro cielo.
Continuamos nuestro recorrido tomando un sendero que nos llevará
directamente al Centro Budista Osel Ling, un espacio sobrecogedor donde,
respetando los letreros que nos ruegan silencio y respeto por el lugar, nos
sentimos trasladamos en el espacio, como si de un templo budista del Nepal se
tratase.
Nos encontramos un impresionante monumento a la
Diosa Tara en mitad de un llano, más abajo
y siguiendo la vereda nos encontramos con la
“Estupa” una especie de monolito al que, con todo respeto, rodeamos
varias veces, siguiendo las agujas del reloj, para conseguir toda esa fuerza
interior o energía que nos ofrecía este monumento budista.
Seguimos descendiendo hasta encontrarnos con la “Rueda de las Oraciones”
la cual giramos “como debe ser” y posteriormente con una efigie de un gran
Buda, dentro de una urna de cristal, que parece dar la bienvenida al visitante.
Abandonamos el Centro Budista con la sensación de haber disfrutado de
algo único digno de recordar….y con hambre ya, después de unas 4 horas y media
de “paseo” por esta zona Alpujarreña tan desconocida.
Con la Diosa del Amor
Paramos bajo una gran encina y entre piedras y plantas de tomillo, degustamos esos bocadillos, y demás viandas que nos trajinamos en poco
tiempo, sin faltar por supuesto el buen pan y el buen vino y su cerveza “pa
quitar la sed”….una fruta decente y un turrón de chocolate para rematar la faena.
Una vez acabado el festín y sin dejar nada de nada en nuestro lugar de
descanso, ni siquiera las famosas
cáscaras de naranja, tomamos una vereda que pronto se convirtió en un camino
forestal que nos llevó, casi sin darnos cuenta al punto de partida, disfrutando
de unas vistas impresionantes a la presa de Rules y al Mar, mientras convenimos
la idoneidad o no de comprarnos “ a
escote” un cortijillo de la zona, para arreglarlo y disfrutarlo…pero eso, eso
es otra historia.
Agustín Rubio Fregenal comentarios y Santiago Sánchez fotografía.
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